De bacterias, alimentación y sistema immunitario

prebiòtics i probiòtics

De bacterias, alimentación y sistema immunitario

Alrededor de la alimentación, como un eje vertebrador, coexisten muchos aspectos que interactúan y tejen nuestra vida cotidiana. Me refiero a cosas como sentirnos satisfechos, la economía familiar y también social, nuestra salud, las cenas con los amigos, las modas atractivas, determinadas emociones que no sabemos cómo asimilar, las dietas para adelgazar, asuntos de estética y belleza personal o unos ideales que nos identifican, por poner algunos ejemplos.

Soy de la opinión que es recomendable detenernos de vez en cuando para observar qué estamos comiendo. Con todo el cariño y comprensión hacia nosotros mismos, tal vez nos podríamos explicar que la tercera porción de chocolate tiene que ver con la angustia que sentimos, que el bocadillo en el metro es porque hoy no tenemos tiempo de comer, el zumo detox guarda relación con la cena grasa de ayer, la ensalada debido a que quiero adelgazar y una pizza extra con doble de queso es porque he quedado con los colegas.

Si nos regalamos este momento de observación, podríamos también incorporar la conciencia de la salud y la importancia de los intestinos en ella. Médicos y nutricionistas cada vez comparten más avances y descubrimientos en relación a la microbiota intestinal y la capacidad inmunitaria de los individuos.

Ya hace tiempo que hemos dejado de ver las bacterias únicamente como fuente de enfermedades y hemos ido aceptando que se encuentran presentes en nuestro cuerpo en un número muy, muy elevado. Poco a poco, la comunidad científica ha ido confirmando que nuestro sistema inmunitario, y por lo tanto nuestra salud, tiene mucho que ver con esta microbiota y que, aunque la dietoterapia es todavía una ciencia joven, lo que comemos tiene una importancia demostrable y relevante en la salud de estas bacterias. Al parecer, se ven afectados por alimentos procesados con alto contenido de grasas, exceso de productos cárnicos y azúcares refinados.

Se van introduciendo conceptos en nuestro vocabulario cotidiano como «probióticos» y «prebióticos» que, más allá de los suplementos, están también presentes en los alimentos. Refuerzan la microbiota intestinal ya sea gracias a la incorporación de microorganismos y enzimas o por la ingesta de sustancias que crean un medio óptimo para su desarrollo. Más allá de modas que son pasajeras, los alimentos prebióticos y probióticos pueden ayudan a superar desórdenes en la flora intestinal.

Su consumo habitual tiene a menudo un papel significativo en la mejora de enfermedades relacionadas con la inflamación crónica, algunas enfermedades autoinmunes y determinadas alteraciones endocrinas por citar algunas patologías.

 

Algunos de estos alimentos son fermentos presentes en los yogures, el chucrut, los misos o nuestras aceitunas caseras por citar algunas fuentes de probióticos. En la lista de los prebióticos incluiríamos alimentos ricos en fibra soluble como las alcachofas, las legumbres, la linaza o la avena y un sinfín de frutas y verduras locales.

Y ahora que ya sabemos de qué manera los microorganismos colaboran con nosotros, me siento a comer y me entretengo un momento a observar las cuatro aceitunas arbequinas que acompañan el estofado de calabaza con azuquis, y mientras saboreo los gustos salados, dulces y amargos de mi menú, me diré: ¡esto para la salud del intestino!

Salud!

 

También te puede interesar