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02 May Sexta cucharada: Mejorando la comunicación
Mejorando la Comunicación
Sexta cucharada de «Confianzamiento»
Continuamos necesitando expresar cómo nos afecta lo que estamos viviendo. En los anteriores escritos de «cucharadas de confianzamiento» os invitaba a sentir el miedo, el dolor y la rabia y a expresar estas emociones con responsabilidad. La mayor parte de nosotros hemos atravesado o estamos atravesando un montón de procesos en los que el miedo, la incertidumbre y el confinamiento han actuado como catalizadores y magnificadores de aspectos personales. En el mejor de los casos, algo sabíamos y ha supuesto un paso más, pero quizás nos ha venido de nuevo y han estallado conflictos que eran impensables hace apenas un par de meses.
Os he ido hablando de emociones y de cómo gestionarlas, también de la importancia de disponer de un rincón donde ser libres para reconocernos tal como estamos: impotentes, contradictorios, bloqueados, enfadados o con mucho miedo. Un rincón para notar el cuerpo, abrazarnos fuerte, expresar lo que sea que nos angustia y repetirnos que lo estamos haciendo lo mejor que sabemos. También para generar la confianza en que todo esto pasará.
A menudo, en estos momentos de contacto con nosotros mismos, nos damos cuenta de que necesitamos comunicar algo a nuestras relaciones. Son días en los que la convivencia es difícil porque compartimos mucho tiempo con los de casa y hay pocas distracciones. También con las relaciones que no tenemos físicamente al lado, sobre todo si estamos pasando este confinamiento solos y nos sentimos lejos de las personas que queremos.
Cuando notamos una cierta inquietud, desazón o angustia, tendemos a juzgar o culpabilizar a los demás.
Algunos ejemplos característicos que nos trae el confinamiento podrían ser sentirnos invadidos o no tenidos en cuenta, solos o abandonados, incomprendidos… Para muchas personas no es fácil reconocer las necesidades porque asumir que tenemos necesidades implica mostrarnos vulnerables o frágiles y esto no suele ser cómodo.
La reacción automática, entonces, puede variar entre rendirnos y adaptarnos, huir o responsabilizar al otro de nuestras dificultades. La realidad es que a menudo el otro no tiene ni idea de lo que nos está pasando, pero en cambio, sí que nota el ataque o la huida y reacciona a esta agresión. ¡Ya tenemos el conflicto servido!
Esto que os comento No sería comunicarnos.
Y ¿cómo es que nos cuesta comunicarnos? Nos da miedo la confrontación, tememos las malas interpretaciones y no estamos demasiado seguros de si lo que sentimos es honesto o no.
La mente empieza a tener miedo de empeorar la situación ya de por sí –nos decimos–, bastante delicada. Y los días pasan y la tensión va aumentando.
¿Qué podría aportaros? Quizás deciros que lo que sentimos siempre es honesto. Básicamente es la realidad y la realidad es siempre la que es. Parece una tontería esto que digo pero no lo es en absoluto. Tenemos todo el derecho a sentirnos regresivos, invadidos, enfadados o con ganas de huir y no volver nunca más. Y este es un material a tener muy en cuenta a la hora de comunicar.
Algo muy distinto es lo que hacemos con lo que sentimos. La responsabilidad va de aprender a gestionar la diferencia entre lo que sentimos y lo que decidimos hacer. Una vez sé cómo me siento, estoy en mejor disposición de decidir qué quiero hacer y cómo lo comunico.
Por lo tanto para comunicar, y resumiendo, necesitamos diferentes cosas:
- Saber cómo me siento. No es imprescindible saber qué necesito. También saber expresar lo que siento de manera constructiva.
- Aceptar que el hecho de expresar lo que siento o lo que necesito no presupone que la vida, o la persona que tengo al lado, querrá o podrá satisfacerme.
- Estar en una actitud receptiva para escuchar al otro.
La primera ventaja de intentar comunicar de esta manera es que el otro no se sentirá atacado y esto permite abrir un espacio de intercambio y profundización de la situación.
Cuando somos capaces de favorecer este espacio y quedarnos en modo receptivo es cuando aparecen los milagros: se abre la creatividad, emergen las ganas de sumar y nos sentimos empáticamente cercanos. Esto SI es comunicación.
Son días en los que salir adelante en como grupo tiene un valor especial. Es fácil darse cuenta de que lo que nos duele es nuestra manera de interpretar más que de una actuación determinada del otro. A veces no sabemos más y también está bien comunicarlo. Entonces es mejor priorizar acercarnos y llorar juntos, sentirnos cercanos y permitir que el conflicto pierda peso y dé paso a otra cosa.
Bien, no digo que siempre sea fácil. Siempre puedes pedir ayuda a un profesional si no ves como avanzar. Aprender a comunicarnos de manera asertiva suele ser una buena inversión. Te animo a intentarlo y te cuento cómo hacerlo:
1. Si te notas con mucha tensión es mejor que primero liberes un poco la emoción (ver textos anteriores de cucharadas de confianzamiento)
2. Dile a la persona o personas con las que quieres comunicarte que quieres hablar con ellas. Anuncia el tema y dales tiempo para que se preparen.
3. Habla de cómo te sientes, de tus sentimientos y sensaciones. Evita hacer juicios, acusaciones ni tampoco hagas sentir responsables los demás de lo que te pasa. Esto es tu responsabilidad.
A veces, lo que queremos comunicar es agradecimiento y estima y tampoco sabemos como hacerlo. No escatiméis halagos, notas tiernas y pequeñas sorpresas de agradecimiento. ¡Nos hacen tanta falta!
¡Cuidaros mucho!
Me puedes escribir por mail a rosamontells@gmail.com. No responderé personalmente. Me servirá para estar en contacto y para nutrirme también de vuestros feedbacks. Intentaré recogerlo en nuevas cucharadas si me parece que puedo compartir algo que sume.