
21 Oct Cuando se acerca la tormenta
Cuando se acerca la tormenta
Me preparo para la entrevista con este hombre que me contactó la pasada semana. Apenas un espacio para conocernos y ver si podemos trabajar juntos, escuchar lo que trae, ver cómo emerge la empatía y si puedo confiar en un proceso con él.
Por lo general, todos parecemos bastante funcionales. Hemos aprendido a adaptarnos y mostrar una imagen equilibrada que nos habilita en la vida diaria. Pero también todos solemos tener algún punto débil, una herida presta a abrirse cuando se dan determinadas circunstancias. Contactarla no nos gusta, nos hace sentir vulnerables y hacemos todo lo posible para evitarla y ahorrarnos la angustia que supone.
En terapia, enfocamos esta parte que valoramos como “desequilibrada” y aprendemos a mirarla con coraje, aceptación y respeto. Siempre nos aporta una información valiosa, siempre supone un alivio aprender a convivir con ella. Y, aunque parezca contradictorio, ésta es la definición de crecer.
A modo de ejemplo, a mí me descentra la impaciencia cuando las cosas no son como esperaba, un vuelo que se cancela, un día frío y la caldera que no calienta, un atasco que no me permite llegar a una reunión importante. La impotencia me juega malas pasadas.
Este hombre que tengo aquí enfrente se encuentra atrapado en un círculo de perfección y exigencia. Me cuenta que desde la pandemia se le han acentuado los rasgos obsesivos y nunca nada es lo suficientemente perfecto. Los pensamientos no se detienen y vive como un radar que se orienta a detectar la imperfección y denunciarla. No descansa.
Diferentes caracteres, diferentes especialidades de neurosis con un denominador común: determinados pensamientos que nos arrastran y enajenan. Perdemos el centro y acabamos confundiéndonos con la neurosis. Esto provoca infelicidad y angustia.
El trabajo a realizar, con diferentes técnicas y estrategias, pasa por dejar de negar lo que sentimos, reunir el coraje para enfrentarnos a ello, experimentarlo y dejar que nos atraviese. Llega un momento en que es posible aflojar la identificación con ese yo neurótico, y entonces dejamos de ser esclavos de nuestros automatismos y heridas. Entonces nos sentimos más libres. Y esto permite vivir en Paz.
Al mismo tiempo, a otro nivel, vamos comprendiendo que en realidad no somos ese yo que continuamente reacciona a lo que ocurre en el mundo, que no necesitamos perdernos en los objetos de la conciencia. Que cuando se acerca la tormenta, podemos identificarnos con ese otro Yo que es la fuente de la conciencia.

Autora
Rosa Montells
Terapeuta Gestalt con quince años de experiencia, miembro de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG). Instructora de Movimiento Consciente Río Abierto. Profesora de Cocina Natural y Energética. Licenciada en Farmacia.