De futuro, desafíos y crecimiento personal

Futur i desafiaments i creixement personal

De futuro, desafíos y crecimiento personal

Considero que algunas de las visiones del futuro que nos espera son ciertamente catastrofistas. Comparando con la historia de la humanidad, este es un momento en el que todo se mueve lo suficientemente rápido como para que cualquier extrapolación presente un sesgo de magnitudes desorbitadas.

Lo que sí parece cierto es que los mitos que explicaban quiénes somos y qué nos espera ya no son vigentes y el lugar donde nos apoyamos parece poco sólido o directamente inconsistente.

Todo va deprisa sí, muy deprisa. Vivimos en la inmediatez, diría yo. El tiempo se acorta en apariencia y a menudo nos parece ser partícipes de un entorno de ciencia ficción.

Durante generaciones, hemos estado educando a los hijos avanzándonos a lo que se encontrarían cuando fueran adultos. Existía una perspectiva que señalaba en una determinada dirección. Quizás hemos creído adecuado cultivar en ellos el sentido de la responsabilidad y hemos procurado dotarlos de conocimientos y un marcado sentido de la competitividad.

Con todas las excepciones, los adultos que rondan la treintena de lo que era la amplia clase media de los años 80-90, son personas con conocimientos y valores notables pero quizás poco preparados por los cambios y la frustración que supone que las cosas no se comporten como habíamos imaginado.

Muchos de estos adultos se encuentran ahora en el reto de ser padres y si algo del futuro que se acerca es cierto es que los cambios son y serán continuos, radicales y vertiginosos. Entonces, ¿debemos reinventarnos? Y sobre todo, ¿cómo queremos educar?

Llegados a este punto, podríamos  hacernos preguntas: Enfocando la educación, siguen siendo importantes los conocimientos? La competencia? ¿Cuál es el grado de seguridad deseable?

¿Qué pensamos de priorizar la creatividad, la gestión emocional o el autoconocimiento?

La globalización ha superado muchas fronteras, también la de los intereses económicos. Nuestros datos, es decir, la información de quiénes somos se encuentra en manos de quien esté dispuesto a pagar por tenerla. Es más, la desinformación circula por las redes sin freno y parece que las administraciones tienen graves dificultades en regular su control.

Podríamos continuar haciéndonos preguntas; ¿Tenemos alguna posibilidad de orientarnos? ¿De mantener la atención en cosas que realmente nos interesan? ¿De saber qué queremos en realidad?

Ya he dicho que no creo que sea bueno ponernos catastróficos pero eso no quiere decir levantar los hombros y cerrar los ojos. No significa rendirnos y dejar todo en manos anónimas con la secreta esperanza que cuidarán de nosotros y de nuestros intereses.

Y qué tiene que ver esto con el crecimiento personal?

Tiene que ver con asumir una cierta responsabilidad en reeducarnos. Hablo de querer mirar y descubrir lo que es real. De pinchar las idealizaciones o la cómoda versión de lo que nos gustaría que fuera. De averiguar cuál es la diferencia. De conocernos incluso mejor que google, y eso quiere decir interesarnos por saber cómo funcionan nuestros gustos y emociones, cuáles son nuestros patrones automáticos, resistencias y limitaciones.

El crecimiento personal va de descubrir que hay precios a pagar que no se cuentan con dinero. Que vale la pena asumir la responsabilidad de elegir y sostener la frustración cuando nos equivocamos, respirar y volver a intentarlo.

Porque si no estamos nosotros pilotando nuestra nave, hay alguien que lo está haciendo por nosotros.

Como no sabemos qué capacidades nos serán útiles en el mundo dentro de veinte o treinta años, tal vez nos convenga desarrollar habilidades para adaptarnos a los cambios, permanecer abiertos a nuevos aprendizajes y mantener un determinado centro o resiliencia ante situaciones inesperadas.

La identidad o la autoimagen ha sido un sólido valor en la cultura occidental durante muchos años. Pero ahora quizás ha llegado el momento de aprender a reinventarnos. Ya no seremos administrativos o abogados, sino que estaremos haciendo de mecánicos, o de atletas, o estudiando una nueva herramienta que nos permitirá adaptarnos mejor al entorno.

Si hemos desarrollado la capacidad de comunicarnos, colaborar, ser creativos y hacer crítica constructiva, nos irá mucho mejor.

Sólo una cosa más. La he dejado para el final porque considero que es la más importante: todo ello no es porque tenemos miedo o porque nos dirige la exigencia. Necesitamos hacerlo con amor. Ojalá este camino de descubrimiento sea apoyado en el cultivo de cantidades abundantes de compasión, autoestima y de amor…

En eso andamos…¡Suerte!