Dibujame un árbol

Dibujame un árbol

El Principito pidió al piloto que se había perdido en el desierto: «Dibújame un cordero».

Yo te pido: «Dibújame un árbol».

¿Ya lo has dibujado? ¿Como es el árbol que has dibujado?

O si no lo has dibujado, ¿como es el árbol que te has imaginado?

Quizás has dibujado un pino, o una encina, o un manzano…Quizás un platanero de estos que hay plantados en las calles, o una palmera. Quizás, incluso, has dibujado un ciprés, o bien un árbol cualquiera, genérico, sin preocuparte de qué tipo de árbol es. No sé, es difícil de adivinar.

Pero te diré una cosa. De lo que estoy seguro, casi seguro, con un 99% de probabilidades de acertar, es que has dibujado sólo medio árbol!

¿Eres consciente de que los árboles también tienen raíces? Y que la parte enterrada del árbol es prácticamente de la misma magnitud que la aérea?

 

Según Stefano Mancuso, las raíces son la parte más inteligente de las plantas. ¿Os sorprende que las plantas sean inteligentes? Si la inteligencia es la capacidad de resolver problemas, es evidente que las plantas son capaces de hacerlo! Y de una manera muy diferente a nosotros, los animales: los animales solucionamos muchos problemas huyendo de ellos, marchándonos, desplazándonos. En cambio, las plantas no se desplazan. Aunque también tienen movimiento, las plantas están arraigadas en un lugar y se espabilan así para encontrar nutrientes, agua, luz, combatir plagas y depredadores…En una palabra, se espabilan así para vivir.

Las raíces y en concreto el ápice radical, la punta de cada raíz, parece que es la parte más inteligente de la planta. Son capaces de percibir contínuamente una gran cantidad de parámetros distintos y detectar donde se hay agua, oxígeno y todos los nutrientes que necesita. Con esta infromación es capaz de dirigir el crecimiento de las raíces hacia donde sea, evitando piedras y materiales demasiado duros, y también posibles enemigos, como parásitos u otras plantas competidoras.

A menudo no somos conscientes de la inteligencia de las plantas, las despreciamos como a poco más que cosas inertes, inanimadas. Su inteligencia no depende de un cerebro central sino que está distribuida, en red, por todo su cuerpo. Esto nos puede dificultar comprenderlas y creer que ellas no piensan. Tampoco tienen corazón, ni estómago, ni ojos, ni pulmones, pero bien que realizan todas estas funciones. Las realizan a través de todo su cuerpo por lo cual, si rompemos una parte, el resto puede continuar viviendo y funcionando.

Haríamos bien de aprender de la inteligencia de las plantas. De hecho son ellas las que dominan el mundo y no nosotros. Todos los animales dependemos de ellas para poder vivir.

Estas reflexiones han sido inspiradas por el libro de Stefano Mancuso i Alessandra Viola Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal. Os lo recomiendo.

 

Aquí un enlace a la conferencia TED de Stefano Mancuso divulgando las ideas presentadas en Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal.

 

También te puede interesar