
07 Sep El agua y la ola
El agua y la ola
Vengo de un verano en que he disfrutado mucho del agua. He nadado en ríos, lagos, balsas y piscinas diversas, sobre todo en el mar.
Tengo muy presentes las sensaciones de ingravidez y libertad. Cuando nado y tengo la suerte de relajarme convivo con la paradoja del agua y la ola.
Tal y como lo entiendo, la ola representa ese “yo” que se enfrenta a las cuestiones cotidianas de la mano de un determinado bagaje inconsciente con el que nos identificamos. Nos obsesionamos con los objetivos laborales, las dificultades de convivencia, el dinero, nuestro físico y un interminable etcétera coloreado con la mirada especial de cada uno.
Hay días en que la ola es suave y días que nos arrastra. A menudo pensamos que la vida es esto: Un interminable listado de desafíos que hay que ir superando como si le hiciéramos un pulso continuado.
Y ciertamente, para mí, muchos días nadar en el mar es así. El cuerpo sube y baja con el vaivén de la ola; intento controlar y respirar adecuadamente para no tragar demasiada agua salada y muy atenta identificar las medusas para esquivarlas. Me siento sólida en un medio ajeno y estoy pendiente de cuándo es el momento de volver a la arena para poder relajarme.
En cambio, la experiencia «Ser agua» es muy diferente cuando se da. Por algún motivo que se me escapa, fluyo y ya no soy un cuerpo extraño, allí. La profundidad no sólo no asusta sino que me acoge como un útero y lo más fascinante de todo es que yo permito que suceda. Todo es armónico, como si yo también fuera agua.
Es extraño porque estas dos experiencias suceden simultáneamente pero, a menudo, estoy tan pendiente de la ola que no percibo el mar
Creo que con la vida, ocurre lo mismo. La experiencia de estar enfrentándonos a tantas olas no nos permite darnos cuenta de lo que nos sostiene. Una esencia que va más allá del cuerpo y de la estructura emocional con la que acostumbramos a identificarnos.
Conocer este hecho, que somos seres experimentando dos realidades a la vez, nos ayuda a vivir más presentes, sin tanto miedo. A sentirnos más libres.
Nadar en el mar es hacer una brazada y después otra. Mientras nado me gusta imaginarme diálogos entre el agua y la ola. La ola siempre pregunta, quiere saber, inventa historias y fantasea. El mar no necesita nada de todo esto, Es y basta.
¿Y si me muero?, dice la ola. Y al mar le da un ataque de risa…

Autora
Rosa Montells
Terapeuta Gestalt con quince años de experiencia, miembro de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG). Instructora de Movimiento Consciente Río Abierto. Profesora de Cocina Natural y Energética. Licenciada en Farmacia.