
05 Oct Ítaca y el despertar
Releyendo algunos párrafos de esta magnífica introducción a la mitología griega de Jean-Pierre Vernant se desvelan significados de la historia de Ulises en la Odisea que quiero compartir.
Ítaca es siempre actual y sobre todo lo es este viaje de regreso desde Troya, conocido como la Odisea. Más allá de las aventuras en horizontes imaginarios, en mundos habitados por dioses inmortales y monstruos terroríficos, esta obra rebosa temas universales y atemporales. El héroe bascula en ellos continuamente. Pareciera que en cada aventura el autor pretende que tomemos partido entre valores en apariencia opuestos. Nos adentramos en el gozo de los aspectos dionísiacos y la estructura que nos brinda lo apolíneo ¿Empatizamos mejor con el amor o la pasión ?, ¿la muerte o la eterna juventud ?, ¿queremos ser hombres o preferiríamos ser dioses?. ¿Disfrutamos de los peligros o estamos más cómodos negándonos la curiosidad?
Me gusta este retrato de Homero de una característica importante de la condición humana. También valoro su manera de señalar el error continuo, casi como si otorgara un permiso. Mostrando la manera en que, a pesar de caer una y mil veces en la misma piedra, el protagonista no pierde su rumbo.
No se rinde; en algún momento se endereza y sigue el camino. Esto es lo que le convierte en héroe.
Para mí la Odisea es una lucha encarnizada contra el olvido. Nos resulta cercana porque es profundamente humana.
Nos volvemos a levantar gracias al recuerdo de quien somos.
Un recuerdo de «Sí » que sucede en ocasiones, cuando se desvanecen las nubes y podemos reconocer la estrella que señala el camino.
Con una mirada que quiere enfocar el despertar, es evidente que vivimos inmersos en una matrix que nos facilita permanecer dormidos. Los cantos de sirena de hoy en día eclipsan el entendimiento una y otra vez y nada invita a mirar. De vez en cuando algo nos despierta y aparece el recuerdo de quiénes somos y de lo que queremos. Como Ulises, tenemos pocas oportunidades de lucidez y escasas herramientas para reafirmar nuestra voluntad de seguir nuestro destino.
Quizás nuestra tarea como humanos consista en aceptar la caída y el error. Nutrir la fuerza y la humildad de volvernos a levantar. Aprovechar el tiempo escaso en que las nubes nos permiten observar. Porque entonces la vida ayuda, las velas se hinchan y de una manera inexplicable, nos descubrimos rumbo a puerto.