24 Oct Tantra ¿para qué?
Tantra ¿para qué?
Hoy en día podemos encontrar un montón de libros y vídeos por todas partes que te hablarán mejor que yo de la técnica y de los fundamentos de esta filosofía de vida. Quiero escribir sobre la experiencia de lo que conozco, de cosas vividas, porque creo que esto es lo que os puedo transmitir.
Me inicié en la práctica del tantra hace un montón de años de la mano de Astiko y conocerla fue una revelación. En ese momento, el tantra fue la respuesta a un montón de preguntas relacionadas con el placer, la sexualidad y la relación de pareja. Lo que me llegaba a través de ella me encajaba con la Gestalt que ya formaba parte de mi vida y eso me daba confianza para avanzar.
Supuso un período de andar a tientas e ir renunciando a muchas ideas prefijadas de cómo creía yo que deberían ser las cosas. A medida que avanzaba, iba confiando y dejándome guiar cada vez más por la realidad de las sensaciones en el cuerpo. Y eso me fue aportando paz.
Con la pareja, el proceso avanzaba a ritmos diferentes. Entre el deseo y el miedo a descubrir el placer más allá de la genitalidad y también a abrir el corazón y permitir la caída de todo un edificio de prejuicios. Esto ha sido y es todavía lo más difícil y lo más liberador.
De la mano de nuestros niños interiores, hemos ido atravesando épocas de descubrimientos, de crisis y distanciamientos en la pareja y de momentos también en que el hilo conductor de la relación pasaba por aprender a responsabilizarnos de lo que sentíamos ya expresar la rabia y la frustración. En todo esto también nos ha acompañado el tantra.
Para otras personas, se que ha sido un aprendizaje diferente. Otros ritmos, otros descubrimientos Lo conozco porque hemos compartido en un montón de talleres y esto ha sido también muy enriquecedor. Con el tiempo este compartir libre, me ha ayudado a estar satisfecha con la experiencia que ha sido para mí.
Y aquí estamos con la pareja. Haciendo de abuelos a nuestros sesenta. De vez en cuando todavía nos escapamos un fin de semana y nos inscribimos en un taller de tantra. Porque es un espacio que facilita abrirse y explorar juntos, tiempo sin reloj, que nos permite esta mirada limpia, sin telarañas en los ojos. Nos vemos y y nos dejamos ver por el otro. Todavía descubriéndonos. Y eso vale mucho la pena.
