Y tú, ¿qué eres?

I tú, ¿qué eres?

Me interesa descubrir con qué se identifican las personas que vienen a terapia. Me refiero a ideas, modelos, valores o actitudes que utilizan para definirse. Se, que si esta identificación es muy fuerte, les hará sufrir y les dificultara avanzar en la vida.

Cuando esta identificación facilita un reconocimiento social, parecería que no hay motivo de preocupación.  Si soy una persona altruista, un buen padre, tengo éxito, soy espiritual, inquieto, divertido o cualquier cosa valorada en mi ámbito de relaciones, llego a la conclusión de que soy una persona valiosa y que merezco la estima que me muestra el entorno gracias, precisamente, a estas cualidades. Mantengo, de este modo, una autoestima lo suficientemente alta como para avanzar en la vida.

En cambio, si con lo que me identifico es con la idea de que soy egoísta, mediocre, poco sociable o con dificultades para expresarme, parecería que habría que trabajar para “mejorarme” o cuestionar esta creencia y cambiarla por una más favorable y adaptativa socialmente.

Hasta cierto punto, podríamos decir que lo que comento, es cierto. Llega más gente a terapia a causa de un autoconcepto, socialmente hablando, poco adaptativo.

Pero si hacemos un análisis más profundo, con el que estaría de acuerdo la Gestalt, podemos decir que sentirnos muy identificados con cualquier cosa deja, inevitablemente, cualidades o fortalezas fuera de nuestro alcance y esta carencia no nos proporciona satisfacción en la vida.

Podemos hablar del grado de neurosis o identificación con determinados aspectos de nuestra personalidad. Estos aspectos no son malos en sí mismos, lo que causa sufrimiento es la identificación en sí. Si no puedo dejar de desempeñar un papel que me condiciona y no me deja fluir con la vida, sea considerado positivo o negativo a nivel social, tendre problemas conmigo mismo.

A modo de ejemplo, da igual si hablamos de una persona alegre, tipo alma de la fiesta, que no tiene el permiso interno para mostrar sus decepciones, frustraciones o tristezas, como de una persona melancólica con tendencia a la soledad que no puede nutrirse de lo que le rodea y se encuentra instalada en la queja perpetua. Ambas sufren, ambas tienen dificultades con la vida.

Las crisis vienen a cuestionar estas creencias o identificaciones que acostumbramos a establecer en edad muy temprana. ¿Quién soy yo si no soy un buen amante, un trabajador excelente, una persona exitosa, un emprendedor, una madre perfecta, un buscador, una buena persona?

¿Quién soy yo, de hecho, si no respondo a la pregunta con atributos calificativos? Hacerse preguntas resulta útil. Darnos cuenta con qué aspectos nos identificamos es una consulta que conviene hacernos periódicamente. Sobre todo para darnos cuenta de cómo cambian las respuestas según las situaciones o el paso del tiempo.

Es sanador ir comprendiendo que el “YO” que las responde las preguntas debe ser a la fuerza mucho más amplio e inalcanzable que la respuesta actual que nos identifica.

Y, os dejo con una pregunta: ¿Quién es éste que responde con el paso del tiempo?

rosa montells Teràpia Gestalt Collbató

Autora

Rosa Montells

Terapeuta Gestalt con quince años de experiencia, miembro de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG). Instructora de Movimiento Consciente Rio Abierto. Profesora de Cocina Natural y Energética. Licenciada en farmacia.